Los carnets provisionales llegan a la biblioteca del campus de Fuenlabrada
Laura Terciado Alonso. Fuenlabrada.- Las puertas de la biblioteca del campus de Fuenlabrada de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) se abren a las nueve de la mañana, aunque eran más de las diez y media cuando Pilar y Nerea vieron que la mayoría de los alumnos empezaban a entrar mientras ellas esperaban a las demás. Marta y Yasmina llegaron juntas con cara de sueño y saludaron, pero todavía faltaba Virginia.
Casi eran las once cuando decidieron no retrasarse más y subir a la planta de arriba, pues tenían prisa por terminar el trabajo que habían ido a hacer. Al pasar por delante del mostrador vieron a unos cuantos alumnos que se apiñaban alrededor, pero ninguna de las ensimismadas alumnas de 3º de la doble licenciatura en Periodismo y Derecho pareció darse cuenta. Una vez arriba, se pusieron manos a la obra y cuando Virginia llegó se sentó a colaborar en el trabajo.
Iba llegando la hora de comer y los alumnos, hartos de estudiar, salían de la biblioteca para ir a almorzar. Pero algo aparte del ir y venir de la gente hacía que la planta baja perdiera su habitual silencio, una hilera que se formaba desde el mostrador y acababa casi en la puerta de entrada. Las cinco chicas, que ya habían terminado su trabajo y bajaban las escaleras, se toparon con la cola. “¡Anda, los carnets!”, dijo Pilar casi gritando antes de salir corriendo hacia la cola. Las demás se miraron y la siguieron.
Mientras esperaban a que llegase su turno, hablaban. “Todos los años nos pasa lo mismo, nos enteramos de que tenemos que venir porque vemos la cola”, decía Yasmina, sin saber que los carnets llevaban esperándolas allí desde el 5 de noviembre. Virginia, distraída con el móvil, no se había dado cuenta de que había llegado su turno cuando Nerea le dio un codazo y le pidió que sacase el DNI. Y es que, para retirar el carnet, hay que presentarlo y especificar si perteneces a grado o a licenciatura.
Marta y Pilar fueron las primeras en tenerlo entre las manos. Porque resulta que sólo había dos encargadas de entregar los carnets y parecían no dar abasto. “¡Este año es verde!”, dijo Marta enseñándoselo a las demás. Y es que ellas, aparte de este, ya han tenido uno azul y uno rojo. Todas los conservan, total, el código del reverso es el mismo y siguen pudiendo tomar prestados libros y películas de la biblioteca y reservar salas de visionado con cualquiera de ellos.
Nerea sacó de su cartera el oficial. Lo tiene desde primer curso y este año ha de renovarlo, rellenando un formulario que se imprime desde el Portal Servicios y entregándolo en las oficinas del edificio de Gestión junto a su foto. De hecho, la función real del que acababan de recibir es de poseer un documento provisional, como su nombre indica, mientras se reciben el carnet oficial en un plazo de 15 días. Virginia lo miró y dijo que ella no lo pedirá, “total, sirve para lo mismo”. Aunque no exactamente, porque el oficial hace función de tarjeta-monedero o puede solicitarse combinado con VISA.
Cuando salieron de la biblioteca, cada una tenía ya guardado en su cartera el nuevo carnet provisional de la URJC. Mientras se dirigían a la cafetería a comer, discutían si pedirán el carnet oficial o no. Y si presentarán éste en el cine para disfrutar del descuento para los estudiantes universitarios el día que vayan a ver juntas Luna Nueva.
Laura Terciado Alonso. Fuenlabrada.- Las puertas de la biblioteca del campus de Fuenlabrada de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) se abren a las nueve de la mañana, aunque eran más de las diez y media cuando Pilar y Nerea vieron que la mayoría de los alumnos empezaban a entrar mientras ellas esperaban a las demás. Marta y Yasmina llegaron juntas con cara de sueño y saludaron, pero todavía faltaba Virginia.
Casi eran las once cuando decidieron no retrasarse más y subir a la planta de arriba, pues tenían prisa por terminar el trabajo que habían ido a hacer. Al pasar por delante del mostrador vieron a unos cuantos alumnos que se apiñaban alrededor, pero ninguna de las ensimismadas alumnas de 3º de la doble licenciatura en Periodismo y Derecho pareció darse cuenta. Una vez arriba, se pusieron manos a la obra y cuando Virginia llegó se sentó a colaborar en el trabajo.
Iba llegando la hora de comer y los alumnos, hartos de estudiar, salían de la biblioteca para ir a almorzar. Pero algo aparte del ir y venir de la gente hacía que la planta baja perdiera su habitual silencio, una hilera que se formaba desde el mostrador y acababa casi en la puerta de entrada. Las cinco chicas, que ya habían terminado su trabajo y bajaban las escaleras, se toparon con la cola. “¡Anda, los carnets!”, dijo Pilar casi gritando antes de salir corriendo hacia la cola. Las demás se miraron y la siguieron.
Mientras esperaban a que llegase su turno, hablaban. “Todos los años nos pasa lo mismo, nos enteramos de que tenemos que venir porque vemos la cola”, decía Yasmina, sin saber que los carnets llevaban esperándolas allí desde el 5 de noviembre. Virginia, distraída con el móvil, no se había dado cuenta de que había llegado su turno cuando Nerea le dio un codazo y le pidió que sacase el DNI. Y es que, para retirar el carnet, hay que presentarlo y especificar si perteneces a grado o a licenciatura.
Marta y Pilar fueron las primeras en tenerlo entre las manos. Porque resulta que sólo había dos encargadas de entregar los carnets y parecían no dar abasto. “¡Este año es verde!”, dijo Marta enseñándoselo a las demás. Y es que ellas, aparte de este, ya han tenido uno azul y uno rojo. Todas los conservan, total, el código del reverso es el mismo y siguen pudiendo tomar prestados libros y películas de la biblioteca y reservar salas de visionado con cualquiera de ellos.
Nerea sacó de su cartera el oficial. Lo tiene desde primer curso y este año ha de renovarlo, rellenando un formulario que se imprime desde el Portal Servicios y entregándolo en las oficinas del edificio de Gestión junto a su foto. De hecho, la función real del que acababan de recibir es de poseer un documento provisional, como su nombre indica, mientras se reciben el carnet oficial en un plazo de 15 días. Virginia lo miró y dijo que ella no lo pedirá, “total, sirve para lo mismo”. Aunque no exactamente, porque el oficial hace función de tarjeta-monedero o puede solicitarse combinado con VISA.
Cuando salieron de la biblioteca, cada una tenía ya guardado en su cartera el nuevo carnet provisional de la URJC. Mientras se dirigían a la cafetería a comer, discutían si pedirán el carnet oficial o no. Y si presentarán éste en el cine para disfrutar del descuento para los estudiantes universitarios el día que vayan a ver juntas Luna Nueva.
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