El catedrático Ramón Sarmiento da una visión positiva sobre el Plan Bolonia

Estrella Romero Durán. Fuenlabrada.- Ramón Sarmiento González es doctor de Filología Hispánica por la Universidad Autónoma de Madrid de la que fue profesor entre 1974 y 1999. Desempeñó la Cátedra de Lengua Española en la Universidad de Vigo (2000-2002) y actualmente es Catedrático de Lengua Española en la Universidad Rey Juan Carlos. Autor de numerosos estudios sobre Historiografía de la Lingüística Española y hombre de dilatada experiencia en el campo de la docencia universitaria, Ramón Sarmiento ofrece su experimentada visión de docente sobre el Plan Bolonia.


Pregunta: Señor Sarmiento, ¿Está usted de acuerdo con el nuevo plan de estudios, el proceso de Bolonia?

Repuesta: Vamos a ver… ¡Cómo no voy ha estar de acuerdo! Hay que cambiar para mejorar las cosas, también en el ámbito universitario. Yo, como todos, tengo que moverme, no podemos correr el riesgo de quedarnos estancados.

P: ¿Qué piensa acerca de la nueva evaluación continua, los trabajos, las prácticas, los exámenes… o preferiría que tan sólo hubiera un examen único?

R: Yo ya venía haciéndolo así desde hace mucho tiempo, por eso la evaluación continua me parece correctísima. Lo único que falla es la interacción de profesor-alumno, alumno-profesor, y ahí falla, porque para que el rendimiento fuera máximo sería necesario que se estableciera un compromiso de trabajo entre ambos, entre profesor y alumno.

P: ¿Y usted cómo ve el aumento del protagonismo que se le tiene que dar al alumno y los métodos activos?

R: Yo percibo que los alumnos no vienen preparados para esa interacción donde el alumno es el protagonista de su movimiento hacia el saber. Quizás aún es pronto para conseguir eso. Falta por dar un paso que no sé por donde lo vamos a dar.

P: Con el nuevo plan Bolonia se han experimentados grandes cambios y en otros casos diferentes aportaciones como las tutorías integrales. ¿En qué consisten?

R: No veo muy claro todavía las finalidades de la tutoría integral. Me da la impresión de que nadie, tanto el alumno como el profesor e incluso los responsables de planificar las tutorías integrales, no sabemos muy bien para qué sirven. Algunas veces me pregunto ¿Cuál es mi función, obligar al alumno a estudiar u obligarle a venir a las tutorías, y encontrarle en el césped o en la playa, como así me ha sucedido? Yo creo que no es eso, que mi función es que cuando tengan un problema yo pueda orientarle, pueda ofrecerle una solución.

P: Pensando en el futuro, cuando un alumno vaya a solicitar un trabajo. ¿Cree que puede influir que haya estudiado con el plan Bolonia o con el plan antiguo?

R: No tendría por qué influir para nada. Podría darse al principio un poquito de reparo en las primeras promociones ya que lo que antes se hacia en cinco años ahora se hace en tres años más uno de practicum. Hay que ser realista y, en cualquier carrera, si la persona que solicita un trabajo no tiene un master en especialización será difícil que entre a trabajar inmediatamente. Las carreras hasta ahora han tenido muy poca aplicación práctica por lo que el grado viene a mejorar este aspecto. Ahora, en cambio, casi todo será practicum y muy poco será teoría, y yo creo debería haber un equilibrio mayor entre ambas. Cuando lleguemos a ese equilibrio los alumnos que salgan con el grado serán personas más preparadas para ir a un medio y encontrar ese trabajo con el que labrar su futuro profesional.

P: ¿Le han afectado a usted estos cambios a la hora de implantarlos en la metodología que impartía en licenciatura, al adecuarla al grado?

R: A mí no me afectó demasiado, aunque tuve que hacer un curso de adaptación a este programa de Bolonia. Yo soy partidario de la idea de que, si dominas los contenidos, los cambios serían mínimos. Así es, yo podría dar una clase totalmente práctica o totalmente teórica. Para las personas que llevamos más tiempo dando clase en la universidad creo que no supone ninguna dificultad. El problema está en la cantidad de alumnos que hay en las aulas. El Plan Bolonia pretende que se atienda a cada uno de los alumnos de forma personal y eso, hoy por hoy, no es posible. De hecho, yo pensaba que iba a tener 30 alumnos por aula y, evidentemente, no es así.

P: Entonces ¿No ha notado que los grupos sean más reducidos?

R: No, son exactamente iguales. Yo antes, en licenciatura, tenía 120 y ahora, en grado, sigo teniendo 120. En eso no ha habido ninguna variación para nada. Por eso le digo que todavía hay muchas cuestiones que mejorar para que Bolonia sea lo que se pretende que sea.

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