David Mielgo Pardo. Fuenlabrada.- Cristian López es un alumno de la universidad Rey Juan Carlos que llevaba dos años jugando en el equipo de fútbol oficial de la universidad y que, según él sin motivo aparente, ha sido expulsado del equipo por parte del entrenador, al cual se refiere como “Patxi”.



El primer contacto con Cristian tuvo lugar en la cafetería de la universidad. Saludó agradablemente y se sentó en una mesa cercana tras pedir un par de refrescos. La charla fue distendida y rápidamente se centró en el equipo de fútbol, y en cuanto salió el tema sonrió y suspiró después, informando de su posición en el equipo, “en el medio campo dando patadas”, y afirmando que “normalmente solía ser titular, excepto cuando a Patxi le daba por hacer cosas tácticas por no ir a entrenar”. En ese momento se acabó la coca cola y la necesidad de nicotina aumentaba por su parte, así que salió a la calle y habló del porqué de no salir a jugar: “Mi estancia en el equipo fue intermitente, con un abandono casi absoluto al final de la temporada”.”Supongo que ese fue el motivo de esas cosas tácticas”. El cigarro se acabó y la entrevista estaba entrando en el terreno buscado, y empezó a contar la relación que tenía en las temporadas anteriores con el entrenador, que según él “era una relación de amor-odio mutuo, hasta que mis infidelidades llevaron a la ruptura”. La ironía flotaba en el ambiente.


A partir de aquí la conversación tomó un tono más serio al encaminar el tema hasta centrarlo en lo que había pasado esta temporada, antes de ser expulsado. Cristian miró al suelo, levantó la vista y soltó, a borbotones, todo lo que llevaba dentro: “Hablamos al principio y me dijo que seguiría en el equipo según mi rendimiento” y según cuenta, “fui todos los días a entrenar, di el 100 por 100”, “lo que pareció no importar al entrenador”, que en el tercer entrenamiento “las dejaba caer” anunciando el futuro del jugador. “No me extrañó, de hecho me lo esperaba”. Lo que sí le extrañó fue que “después de la discusión tras el entrenamiento, cuando me echó”, se enteró de que “le echaron del equipo por su carácter y por las discusiones con el entrenador”, de lo cual, claramente, discrepa.


Llegó a un punto en el que, sentado en un banco del campus, fue sacando conclusiones, queriendo terminar con la entrevista y comentando con aire de resignación: “Me parece una estupidez que me echara del equipo sin motivo ni explicación después de dos años”, aunque desde hace un tiempo “ni me saludaba, así que se veía venir”, dijo mientras levantaba los hombros.”El orgullo le pudo”.


Tras esta frase se levantó del banco, estirándose, encendió un cigarrillo, y se despidió. Agradeció la entrevista y se fue, caminando, mientras se fumaba el pitillo.

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