Raúl Muñoz Cerdeño. Fuenlabrada.- Un grupo de estudiantes de la Universidad Rey Juan Carlos se había citado el viernes 14 de noviembre a la entrada del Estadio Raúl González, situado en Fuenlabrada, para disputar un pequeño partido de fútbol entre amigos. Era una mañana soleada, aunque en los cristales de los coches todavía se podía apreciar el leve rocío de la noche congelado. Daniel fue el primero en acudir a la cita. Sin embargo, el resto del equipo no tardó en llegar. “Sólo falta Javier”, comentaron entre ellos, y de repente un “Volkswagen Golf” de color verde entró en el aparcamiento del estadio, lo que hizo presuponer que ya no faltaba nadie más.

Este grupo de amigos participó la pasada campaña en la liga interna organizada por la universidad. Sin embargo, este año cumplen una dura sanción, pues fueron expulsados de la competición por no presentarse a tres partidos. El capitán del equipo, Yoel, comenta ahora con el resto de sus compañeros la excesiva medida que se les ha impuesto. Sin embargo, Daniel no parece prestar mucha atención a la conversación. Él sí podrá jugar este año, ya que cuando su equipo no se presentó a los partidos él se encontraba lesionado y, según el Servicio Deportivo de la URJC, se encuentra exento de la sanción.

Todos están preparados para jugar, sólo falta pagar el alquiler del campo, 32 euros. Antonio, vestido con la indumentaria naranja del equipo, hace entrega del dinero, “¡Ya podemos empezar a jugar!”, exclama.

Los jugadores llegan al terreno de juego y observan como dos trabajadores, aparentemente de nacionalidad extranjera, están realizando las tareas de mantenimiento. Uno de ellos repasa las líneas del campo con una especie de cortacésped mientras otro sujeta con su mano derecha una pistola de pintura. “Lo sentimos mucho, pero hasta dentro de un par de horas no podéis jugar”, comenta uno de los operarios.

Indignados, todos los jugadores regresan a la recepción del estadio y le comentan la situación al encargado. Al parecer no se acordaban de la existencia de los trabajadores, y la única solución parece ser pedir disculpas, devolver el importe que se ha pagado y ofrecer un alquiler gratuito al equipo para la próxima vez.

Son las dos y media de la tarde, una buena hora para ir acomodándose en el pupitre del aula y escuchar las explicaciones del profesor. Sin embargo, algunos de los jugadores del equipo optan por regresar a sus casas. “Ha sido una mañana perdida” señala Antonio.

Mientras tanto, Daniel y Pablo resoplan cansados en uno de los bancos de la universidad. Deben realizar una entrevista al monitor de capoeira. Acuden a la recepción de nuevo y preguntan por el monitor de la actividad. “¿Capoeira?” pregunta con asombro uno de los encargados, “esa actividad no se realiza en este campus”.
Esta respuesta contradecía por completo la información que se ofrecía en la página web de la Universidad Rey Juan Carlos, donde se señalan los horarios de muchas actividades que al parecer luego no existen, tales como biodanza o capoeira.

Todavía quedaba tiempo para poder realizar una crónica de un partido de fútbol siete. Tras consultar el horario en la página web, de nuevo los dos estudiantes regresan al Estadio Raúl González. La hora del partido estaba fijada a las tres de la tarde. Las agujas del reloj de Daniel formaban un ángulo recto, sin embargo el campo de fútbol se encontraba vacío.

Varios minutos después, el sonido de un coche derrapando llamaba la atención de las personas que se encontraban en la zona. Esta vez era un “Renault Mégane” de color rojo, repleto de jóvenes el que entraba en el aparcamiento. Todo hacía presuponer que se trataba de los integrantes de uno de los equipos que debían haber comenzado a jugar.

No parecían tener prisa alguna, de hecho, uno de los jugadores comentaba con el resto de sus compañeros: “Sólo pasan 20 minutos de las tres y necesito ir al baño antes de jugar porque sino no me concentro”.

Cuando el partido dio comienzo eran las 3 y media y nadie parecía haberse dado cuenta del retraso, excepto aquellos que necesitaban que el horario se cumpliese para tener tiempo de acudir después a clase. Esta vez las líneas del campo sí se encontraban pintadas, la actividad también existía, pero no hubo ningún tipo de sanción por el retraso. El resultado del partido a día de hoy tampoco aparece en la página web, sin embargo, hay testigos que pueden corroborar su existencia.

4 comentarios:

Redacción dijo...

Buena crónica , sigue asi que llegarás muy lejos.

Anónimo dijo...

quéee buenoooo!!

Anónimo dijo...

Mira nanooo!! si yo fuera tú tmbién me gustaría ser yo!!

Anónimo dijo...

nano!!! ni con un palo!!!

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